miércoles

de cómodos y quietos

1
El único movimiento en la pieza es la cabeza del ventilador.
De lado... a lado... de lado... a lado.
La única sonrisa, la de la nena de la cajita de kodak. 
Acostado pienso -con la panza llena y el corazón hambriento- 
en todas las cosas que desfilaron por mi cabeza en esta última hora.
De la más pelotuda a la más seriezota. 
Trataba de atar los temas en el orden cronológico en que habían sido reflexionados. 
Y así dejaba pasar otro cuarto de hora. 
Estoy en el capítulo más aburrido de mi novela.


2
Y hay que pensar.. hay que pensar, no queda otra, hacerle honor a la raza a la que pertezco. 
Y hay que buscar la falla.. la falla, no queda otra, hacerle honor a la raza a la que pertezco.
Y hay que superarse.. superarse, no queda otra, hacerle honor a la raza que padezco.

Y no va a terminar esta vez 
al otro día con el Nesquick y las ojeras del desvele a medias. No.
Esta es una de las que te persigue hasta la concha de tu madre, 
garrapateada en ese pedacito de espalda que no llegás a tocarte.


3
Que el tiempo pasa rápido es una verdad que heredé,
y es probable que esté esperando hacerme viejo para extrañar la niñez.
Pero hoy, ¡Hoy!, ¡HOY! ¿qué me detiene! El problema es la práctica.

Lo que necesito es un atentado eficaz y violento contra la embajada del aburrimiento.


4
Cómo me gustaría que mis canciones favoritas tuvieran patas y salieran a cometer
lo que proponen, ¡qué mundo más feliz este!,
pero todo se queda ahí si no movemos el orto.
Las palabras son poderosas pero no suficientes.
Nosotros tenemos las patas, nosotros tenemos el orto que hay que menear.

5
Pero un día encontrarme sentado en el pasto, no admirando
su misterio estático. Sino recordando
que mi vieja me pidió que lo corte.

Eso debiera merecer cien azotes en la plaza pública. Sin embargo se aplaude.
Tomar la posta y continuar rotando para el mismo lado
se recompensa.

Empujar a un gato porque se subió a la mesa del comedor.
¡Dos semanas con los ojos vendados para usted, delincuente!

Calcular cuánto se tarda en caminar una cuadra o
dos. Tres, y sacar el promedio.
O empezar a comer del plato por lo que menos nos gusta
y guardar lo mejor para El Final.

Encontrar el descanso en la muerte. Cenarnos la jubilación sin dientes.
Encontrar el descanso en la jubilación. Cenarnos la muerte sin dientes.
Encontrar los dientes en la muerte. Cenarnos la muerte sin jubilación.

Aunque no quiera, me acompañan los peores vicios:
la religión, las matemáticas y la comodidad.
Como mochilas con colmillos,
gangrenándome la vida.

martes

Me hablan del trigo,
me hablan del mármol,
me hablan del pasto y acá
no hay un adoquín al que cantar.
Sólo la llana y eterna cama
de hormigón y polietileno
que es cortina
y también es frazada.

Los estimo poetas de las cosas con relieve
aunque mienten desde que se ordenó escribir
en times new roman letra doce
interlineado uno coma cinco.
No nos quieran engañar a los siervos del píxel
que acá la única ventana abierta es la del msn
y lo único que se sigue escribiendo en verso
es el currículum vitae.

lunes


Al final todo cae en la balanza
y nada escapa a la relatividad adulta.
Los extremos quedan como aquel recuerdo pendejo
asesinado por la Ley Natural del Crecimiento:

Hayquever 
Habríaqueconsiderarsupuntodevista 
dependedóndeunosepare 
noseacosadequedarmal

El mismo que gritaba a los cuatro vientos
hoy yace en cuanta cama se le cruza
hasta que lo echan y entonces a buscar otra.

Tampoco debe faltar tanto para amigarme con el dueño de la pelota,
evitar al boludo de la clase, ser el ejemplo de la familia,
buscar la misericordia de Dios, llamar al contacto para el laburo,
convertirme en el alma de la empresa, apreciar el valor de las cosas
y moverme alguna "hija de".

sábado

Estudiando a Betettini. 
Agradecé si no lo conocés.
Y habiendo tanto, tengo que detenerme 
en esta porquería insípida.
Me da no sé qué abrirme camino a machetazos 
cortándole un brazo a Juarroz, 
una oreja a Lispector, 
la chota a Vallejo.
Pero ya lo dijo San Martín subido a su pupitre blanco:
"Seremos licenciados o no seremos nada".

viernes

Levantarse temprano para  qué.
En los tiempos fríos de escuela habían buenos contratos.
El acuerdo era el ejercicio por la golosina o el pebete. No las dos.
Hoy no sé qué onda. Estoy en el veraz de de la vida.

miércoles

La Cosa

Ay dios, si existieras y me la hicieras corta
no estaría acá tirado limándome la gorra
comiéndome los dedos a más no poder
tratando de ver cuál es la que va.


Y ninguna autopista me tienta comprar
porque no es así como funciona la cosa.
Pero medio que ya me subí a una
y no es así como funciona la cosa.

viernes

culpa y cargo

ni de tu papá, ni de tu trabajo de mierda, tuya.
ni tu ser-así, ni tu personalidad, ni tu infancia, vos.
ni la única opción, ni lo obvio, ni lo esperable, lo que se te cantó el orto.
No, no todos merecemos otra vida.